Cálmate

Necesariamente tengo que confesar que no sé qué elegir, qué seguramente mi conciencia sabe más que yo como es costumbre, pero que a veces tomo yo la rienda y hago lo que me venga en gana.

La verdad siempre está acompañándonos, pero la fantasía suele ser mejor. No es indecisión insana, es sólo malacostumbre, aquella que te lleva por el camino incorrecto pero placentero, irreal, soñador, aquel que te acompaña noche tras noche recapitulando lo felizmente vivido, que te dice quédate; hay que avanzar, no mirar para atrás mas que para no cometer los mismo errores, que el miedo es normal porque este nuevo camino tan desconocido puede tal vez mostrarte una nueva realidad.

Pero qué se hace con los recuerdos y los miedos pasados ¿Dónde los dejo? ¿Avanzo? Y qué tal si no me aceptan en ese nuevo pueblo, que tal si soy sólo una invitada mas, mejor no sonreir tanto y examinar qué dicen, mejor no callar demasiado para no crear desconfianza, mejor confío, por qué no darles una oportunidad y que pasa si es mentira todo…¿serán humanos?

Comenzaron contando la creación de aquel extenso pueblo, sus habitantes, sus invitados, sus presidentes, sus y sus y más de sus, y entonces pensé que los confiados eran obviamente ellos y no yo, yo siempre desconfiada, maliciosa, dejé que sólo se acercaran a mi por conocer más de sus terribles historias, pero y acaso no pueden imaginar que tal vez soy yo una vil loba disfrazada de caperucita? Era mi imagen ¿tan creíble, tan amigable puedo ser? La dulce verdad se iba asomando; ahí el único ser extraño era yo, quería salir corriendo de ese cuarto, de esa pradera, de esos rostros tan apacibles, quería volver a mi nube oscura, quería salir y gritar que …¿qué quería gritar? No sabía, sólo quería huir, dejarme de tanta confianza, de tanta paciencia, de tanta fé, quería decirle a Dios que huya conmigo y los deje, soy yo tan humana como ellos, pero yo lo necesitaba más que ellos, era potencialmente peligrosa, tenía que llevarme a Dios conmigo y calmar mi sed.

Él como siempre no dijo nada, sólo me miró, reventé de histeria, Dios sólo observaba cada movimiento mío, lo amenacé con destruirme, sonrió, definitivamente no creía en lo que advertía , terminé por decirle que lo dejaba libre, él nuevamente sonrió, pasó su cálida mano por mi rostro, me besó, me tomó de la mano y seguimos avanzando por aquel camino.




0 comentarios: