Despídete

Cada vez que digo adios duele mas, por eso es mejor no despedirse, al parecer acabo de reconocer una actitud mia, con el correr de los años me conozco mas, suelo aferrarme a ciertas cosas o personas, desde la sábana de Banca Nieves que aun tengo hasta el amor, es mas fácil irte sin decir adios, porque es casi imposible creer que no volverás a tenerlo contigo.
Aun recuerdo mi primer triciclo, era azul, parecía de hombrecito, no me importó, por el contrario quedé encantada, mi papá me enseñó a manejarlo, fue una gran sensación, no recuerdo cómo es que se fue de mi vida aquel triciclo; luego vendría mi primera bicicleta, también fue azul, era una de esas que tenían como una cola que terminaba en curva arriba, es más fue esa bicicleta testigo de mi primera y única boda, tenía 5 ó 6 años, creo que 5, si nunca olvidaré esa boda, ¡¡¡qué recuerdos!!! aquella creo, porque no tengo la seguridad de que suceda así, permití que se la regalasen a alguien con menor suerte que la mía pues un par de años después tendría la única bicicleta realmente comprada en tienda, osea de marca, era moradita, cocodrilo, sí, era clásica en aquellos tiempos, no hace mucho por cierto, ella me acompañó un buen tiempo, mas o menos unos 4 años, según yo corria como el viento, aunque seguramente a las justas alcanzaría a algún carro con 30 km por hora, esa bici fue lo máximo, la más querida, talvez por que la usé en una etapa mas inocente, menos complicada además que estéticamente me conquistó, es como el amor, todo empieza por los ojos, cuando me dijeron que querían regalárselo a mis primos que no tenían una bici y es mas que ni tenían juguetes, pues simplemente como en muchas otras cosas de mi vida, asentí con la cabeza pero no con el corazón, sabía que tenía que dejarla ir, pero no quería, me sentí mal porque sabía que eso se llamaba egoismo, por otra parte entendía que era normal que a esa edad uno no quisiese regalar sus cosas, por eso les pedí a mis padres que no me digan cuando se la llevarían, así seguiría creyendo que es mía, con el pasar de los días derrepente asimilé que ya no estaba ahi para pasearme, lo acepté y la recordé con cariño, pasaron unos meses y bueno tenía una oportunidad de tener ahora una bicicleta montañera, guauu...eso era lo super, ya estaba en la adolescencia y que mejor que una montañera, aunque claro, la economía no era muy buena pero me dieron opciones, o pagaban mi fiesta de promoción del colegio o era mi montañera, pues adivinen que elegí, que fiesta ni que fiesta, mi montañera obviamente, pensé que sería una de esas con distintos frenos y luces que parpadeaban, me di con la sorpresa que por el mal momento en que pasábamos, no teníamos el tiempo de buscar una así, opté por el camino mas rápido, GRAU, en ese tiempo ahi, nosé ahora, se vendía bicis de segunda...osea disque nuevas, o de contrabando, prefería eso a no tener ninguna, acepté, y la disfruté por igual, tuve nuevos recuerdos con ella a lado de mi gran amiga de toda la vida Dianita, mi compinche en las salidas con la bici, y en algunas cosas mas jaaa, a esta bici también la tuve buen tiempo unos 5 años aunque con cada año que pasaba la usaba menos, por tiempo mas que nada, a ella irónicamente la tuve que dejar ir yo misma y fue de la que me despedí, la cambié por unos 100 miseros soles, que según yo los necesitaba porque quería contribuir en algo que consideraba necesario en ese momento, en fin tanta historia se me vino porque me puse a pensar en cómo me aferro a las cosas y como es que les tomo tanto cariño, imagínense si tengo tantos recuerdos con una bici, cómo los tendré con las mascotas que tuve, que fueron 2 y medio, aun mas con las personas, recuerdo todavía las fechas de cumpleaños de mis amigos, de los que fueron y los que son hasta ahora, imagínense entonces como me aferraré al amor.

Dicen que está mal aferrarse a cualquier cosa, bueno quien sabe tengan razón pero con sus excepciones diría, yo he sido una cachibachera ( quiere decir que no botaba ningún misero papelito que consideraba importante o algún juguete significativo para mi) tuve que aprender a la fuerza del espacio y tiempo que tenia que dejarlos ir, no era en sí el papel o el juguete sino los recuerdos que me traían, era como un recordaris permanente cuando los veia, y me encanta recordar, sobre todo cuando lo has pasado bien, pero cuando vas creciendo y te das cuenta que los recuerdos se quedan contigo en la memoria mas que en un papel, es que los dejas ir, a veces la memoria no quiere o no la dejamos recordar, pero están ahí y en algún momento todo regresa a la cabeza.

Esta vez no es un papel ni un juguete lo que tengo que dejar ir, si no a una persona, y soy yo, tengo que dejarme ser lo que quiero, tengo que dejarme aprender, tengo que intentar conmigo como siempre pero dejando mis recuerdos a un lado y a esa persona con ellos, no somos los mismos de cuando teníamos 5, pero en esencia tenemos el ánimo, y hay que sacarlos cuando mas lo necesitemos, yo necesito a mi yo de ahora, que tiene las ganas de aprender a perdonar y seguir para adelante, no quiere decir que dejaré de ser la de siempre, nadie cambia, aunque imagino me pueden refutar eso, pero la actitud mejora, quiero mi nueva actitud, quiero atreverme sola, en el amor se cae en una dependencia maravillosa, siempre y cuando seas correspondido pero cuando no es así, es como la traición porque sientes que te dejan en medio del desierto, pero son las experiencias de la vida, asi se aprende y si tengo que aprender que pues que venga lo que venga.


Decir adios es más facil cuando no sale de tu boca, con el tiempo se asimila, demora, pero se asimila, claro el camino duele y está lleno de piedras, pero al fin y al cabo es un camino.

Esto fue para convencerme de que no siempre obtenemos lo que creemos es para nosotros, esto sirve para recordarme que las fuerzas me vienen de distintos puntos, esto es para aprender de mi misma y de mis momentos de lucidez, no es malcriadez no despedirse siempre, sino protección, y en esta selva el que no se protege termina muerto, así de crudo me lo hicieron saber, yo protego y algún día me protegerán.

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